Que cada persona es un mundo lo sabemos. Y que cada uno tiene lo suyo también. Es increíble conocer los sentimientos de aquellos que nos rodean. Saber cuáles son sus inquietudes, qué les quita el sueño y en qué piensan cuando miran al cielo.
Detrás de cada persona hay una sonrisa, un motivo por el que llorar y una historia. Y solo en los momentos de sensibilidad extrema dejamos al descubierto lo más profundo de nuestros sentimientos. Vivimos con nuestras cargas, caminamos cada día con ellas y de buenas a primeras llega un momento en el que nada se puede contener. Y sale. La alegría o la tristeza sale. Coger aire, perder la mirada y dar rienda suelta al corazón.
Esto pude comprobarlo hace dos días en una de las festividades más importantes de San Lorenzo de Calatrava, mi pueblo. Ahí comprendí que hay momentos en la vida en los que esto se necesita. Llorar, reír, mostrar sentimientos sin tapujos, recriminar a la vida lo que te ha quitado o dar gracias por lo que ha llegado.
Porque así somos o deberíamos ser las personas, naturales como la vida misma. Porque cada uno vivimos con lo nuestro.
Solo cada uno sabe en qué o en quién piensa cuando mira al cielo…
*Pie de foto: caboleeuwin.wordpress
Sima de palabras 
Muy bonito👍❤
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